Aún no hace ni una semana que he aterrizado en Madrid. De momento todo parece un sueño, como unas vacaciones, y creo hablar por los dos.
Yo en Buenos Aires me lo pasé fenomenal. Un tiempo magnífico y una compañía aún mejor. No recuerdo cuando fue la última vez que disfruté tanto de una reunión de familiares y amigos. Fueron apenas siete días y me ha parecido un mes de vacaciones. Realmente el tiempo allí transcurre más despacio, aquí el día se te escapa por entre los dedos, allí es largo y tranquilo.
El primer día tuve que luchar por relajarme y no hacer NADA, absolutamente nada, solo disfrutar de la paz, del sol, de la compañía, del mate y de las conversaciones. La llegada a Buenos Aires fue espectacular, allí estaban todos esperandome, "mi cielo", sus padres, su hermana y su tía en el aeropuerto, a eso le llamo yo ser bienvenido. ¡Que alegría volver a verle en persona! Creo que mi corazón latía aún más fuerte que la primera vez. Y conocí al resto de la familia, todos encantadores. Llegamos a casa y nos pusimos a tomar mate mientras el resto se levantaba, pues llegue a las intempestiva hora de las 7 de la mañana.
Hasta el 31 todo transcurrio tranquilo, cargando pilas para el estress Europeo. Aquella casa es como un balneario de paz, no por que este todo tranquilo, sino por el ambiente que se respira. Todos los días venían amigos y se pasaba el tiempo entre charlas.
El 31 comenzó a organizarse el día anterior...nada de 2 meses antes de preparativos de complicados menus como aquí. Entre los que ibamos a celebrar la fiesta juntos nos repartimos la compra, compramos cada uno lo acordado y se llevó a casa para ir colocandolo para el día siguiente. El 31 por la mañana se comenzóa a asar parte de la carne de la noche y por lo demás tranquilidad para no estar muy cansados por la noche, de todas formas el calor no permitía mucha acción, por suerte la manguera servía para refrescarnos. A las 8 de la tarde empezamos a arreglarnos y a preparar las mesas. Nos juntamos 22 personas. Terminamos de cenar muy justito a la media noche y luego vino la parte más dura de la noche, pues todos sabían que al día siguiente "mi cielo" se iba a España. La emoción nos embargó a todos.
Luego salieron todos a prender los fuegos artificiales, digo salieron, porque yo me quedé en el patio techado, tengo terror a esos artefactos. Parecía la guerra y aquello duró más de media hora, pero lo superé con fuerza y entereza (no os lo creais, que mi cara era un poema).
Después empezó a sonar la música y casi llegamos al amanecer a ritmo de cumbia, el calor pudo con nostros, pero cuando nos retiramos a descansar vi salir el sol por el horizonte sobre los tejados del barrio y seguro que no olvidaré el comienzo del 2005.
Otro ratito sigo.
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