Cuando el mundo se me cayó encima

Hay veces que cuesta hacernos entender en nuestro entorno más próximo, que es casi imposible hacerles entrar en razón, que la gente que más debería apoyarnos, no solo no lo hace, sino que además intenta por todos los medios destrozarnos, acabar con todas nuestras ilusiones. Les mueve, según dicen cariño, yo soy incapaz de entenderlo como tal.

El cariño se demuestra con comprensión, no con barreras, no con amenazas absurdas y a la desesperada que luego no van a poder ser cumplidas. De ese modo se demuestra la debilidad, la incapacidad de dejar libre al que decimos querer para que elija su propia vida, su propio camino y sus propios errores, si es que lo fuesen. No podemos pretender vivir la vida de otros, no podemos pretender librar a nadie de lo que el destino le depare, porque no lo lograremos.

Anoche me encontré ante una muralla en mi propio entorno y no es que me sorprendiese, lo tenía asumido que así sería. No ha sido la primera vez, ni la segunda, ni la tercera…siempre ha sido igual. Lo que me molesta de toda la situación es la injusticia. El que se pretenda hacer pagar a una persona los platos que rompió otra. Que se prejuzgue de una determinada forma porque ya ocurrió una vez, que no se de una oportunidad de juzgar tras conocer. En estos casos soy intransigente.

Y si me dolió la situación no fue por mi, en absoluto, sino porque me vi obligada a hacer daño, mucho daño a la persona que más amo y eso me dejó un sabor amargo y un dolor inmenso por dentro. No puedo describirlo exactamente pero se me partió el corazón hablando con esa persona a la que quiero con toda mi alma tras la conversación con mis padres. Ellos no pueden comprender lo que sentimos, lo que hay entre nosotros, es imposible. Ellos no pueden comprender lo que “mi cielo” está dispuesto a hacer por mi, por nosotros, porque nunca hicieron nada igual. Yo si lo se, yo lo hice en una ocasión y por eso se lo que significa el paso que va a dar y le quiero aún más, le amo aún con más intensidad si esto es posible.

Eso fue ayer, cuando el mundo se me cayó encima. Hoy la situación parece reconducirse, han recapacitado, he vuelto a hablar con ellos he hecho que me entiendan y que comprendan que su posición es injusta y egoísta. Que mi vida es mia al fin y al cabo y que a un hijo nunca se le debe hacer elegir entre sus padres o su vida. Hoy me han asegurado que darán una oportunidad a la persona que hay detrás de “mi cielo” y dejarán de lado el pasado, mi pasado. Ahora tengo que esperar aún 4 largas horas para reparar el daño que ayer le hice y que me lleva ocupando durante todo el día, para poder poner de nuevo el mundo en su sitio. Le amo y eso no va a cambiar pase lo que pase, pese a quien pese y creo que por fin me han entendido los más cercanos.

Ahora solo depende de nosotros dos y eso me tranquiliza, porque este era una de las dificultades más importantes a la que nos enfrentábamos y ya pasó, ya fue.