El color de mi ciudad

Regresaba hoy a las siete y media de la tarde, después de una agradable tarde tomando café con una de las personas que siempre ha sabido escucharme sin prejuicios, estar allí cuando la he necesitado y alegrarse con mi felicidad, sabe aconsejar sin cortar mi voluntad cuando mi ciudad cambio de color.

Durante mi adolescencia ella siempre tuvo una taza de café o té preparada para mi en su salón, donde pase tardes y noches hablando, hasta altas horas de la madrugada. Con ella he vertido lágrimas y he reido a morir. Una mujer que a pesar de que la vida no la ha tratado bien nunca ha perdido sus ganas de luchar, ni su autoestima. Es fuerte y transmite esa fuerza interior a raudales. Es una de esas personas, que aunque no pertencen a la familia uno las elige como tal.

Para mi ella ha sido algo así como mi "segunda madre", a ella le consultaba y confesaba todo aquello que por su naturaleza sabía que era imposible tratar con mi madre. Durante un tiempo estuvimos distanciadas, la vida nos llevo por caminos distintos y nos alejó incluso geográficamente. Hace un año la llamé, nos vimos y nos pusimos al día en lo que nos había ocurrido en los últimos años. Su hija, que yo recordaba con dos trencitas y a la que cuidaba algunas noches es hoy una joven encantadora que comienza a volar del nido.

Hoy hemos hablado de todos los cambios en mi vida, los de los últimos meses, porque nos había sido imposible estar sólas para hablar con tranquilidad. Hoy le he hablado de "mi cielo", le he contado como es él, como es su voz, lo que me hace sentir, he hablado de mis mariposas, de estos nervios que de aquí al sábado me van a matar, de las dificultades que tenemos por delante, de la distancia que nos separa, del viaje que voy a hacer, de cómo nos conocimos, de cuándo nos conocimos, de cómo me ha ayudado a mantenerme fuerte durante estos meses...ufff creo que a penas la he dejado abrir la boca. Como no podía ser de otro modo, según yo hablaba sus ojos se iluminaban y al final de la tarde me ha abrazado y me ha dicho que disfrute de lo que estoy sintiendo, que lo mime y que siga luchando por ello como hasta ahora, que el amor siempre merece una oportunidad por muy dificil que parezcan las cosas.

De regreso a casa, me he llevado en mi mente el brillo de sus ojos y he visto mi ciudad diferente, su color había cambiado, era más alegre, estaba más bonita. Los arboles más verdes, las flores mostraban una explosión de colores, los edificios se alzaban orgullosos, el viento soplaba haciendo bailar a los arbustos. Me encantan estos días en los que de pronto mi ciudad cambia de color y se me muestra como una de las ciudades más bellas de este mundo. Entonces la redescubro e intento fijarme en cada detalle y grabar las imágenes que veo como si de un vídeo se tratase. Así es mi ciudad, una ciudad capaz de sentir conmigo.