10.5.04

Muerta en vida

Aletargada, dormida, parada...muerta en vida. Así he estado los últimos años de mi existencia, así es como lo siento. Me dejé llevar por una rutina, una situación que pensé que era lo que me tocaba vivir. De vez en cuando enrabietada, despertaba del sopor en el que me hallaba sumida e intentaba revelarme contra esa película de mi vida, que pasaba ante mis ojos y de la que ni siquiera me sentía protagonista.

La sociedad nos encorseta en creencias que nos dicen, que algunas de las decisiones que tomamos en nuestra vida deben ser para siempre. Nosotros nos lo creemos y nos encarcelamos. Una vez encarcelados en nuestra rutina es difícil salir. Y aún más cuando la sociedad considera que haces lo adecuado, lo correcto, lo que se corresponde con tu situación, al fin y al cabo fue tu elección. Las obligaciones se sucenden, una tras otra, año tras año, las presiones del entorno aumentan haciendo de nuestra condena una cadena perpetua, de la que, yo pensaba, jamás sería absuelta.

Y como en la carcel, intente hacer lo mejor que pude con lo que me tocó vivir, intentando sacar fuerzas fijandome en las pequeñas cosas del día a día que me hacían feliz. Esas cosas pequeñas me alentaban a continuar hacia adelante a no abandonar en la esperanza de que algún día llegaría el momento de cambiar el guión de esa película que era mi vida y de la que quería comenzar a ser la productora, la directora y la realizadora.

Y ya llego ese día, conseguí que se abriera de nuevo la causa, saque fuerzas para alegar en mi favor y estoy a la espera de la absolución.

Y aunque esta decisión ha sido dificil y me queda mucho camino por recorrer, siento como la vida recorre de nuevo mis venas, la alegría mi corazón, la fuerza me inunda y me impulsa hacia el futuro.

Futuro incierto, pero mío, que decidiré yo y del que procuraré que la sociedad juzgadora tenga poco que opinar. Si algo he aprendido en estos años, es que mi vida es mía y es demasiado preciosa para malgastarla, derrocharla y desperdiciarla. Que cada día debe ser único y cada vivencia digna de ser contada. Por que de no ser así volvería a estar muerta en vida. Y ya no, ya no más. Renací de mis cenizas, como el Ave Fenix, y pienso aprovechar esta segunda oportunidad que me da la vida de ser feliz.

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